
Este es uno de los tres principales gases contaminantes que genera la ganadería y aumenta el calentamiento global, a través de la eructación de gases, la respiración y la cadena de manejo del estiércol. Combinando estrategias de alimentación y manipulación de la actividad microbiana en el rumen, entre otras, es posible disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero asociados a la producción de carne, leche y otros alimentos derivados del
El aumento en la concentración atmosférica de los gases de efecto invernadero (GEI) ha llevado al aumento sostenido de la temperatura media planetaria, un fenómeno que se conoce como calentamiento global. De esta forma, la temperatura media de la Tierra ha aumentado en 1.1 °C desde el comienzo de la Revolución Industrial, y existe consenso entre los climatólogos de que las peores consecuencias climáticas podrían ser evitadas si logramos limitar el aumento de la temperatura planetaria a 1.5 °C.
El metano es el segundo gas en importancia como causante del efecto invernadero, luego del dióxido de carbono. Sin embargo, como el metano tiene una vida media relativamente corta en la atmósfera (alrededor de 12 años) y un potencial de calentamiento alto (1 kg de metano atrapa el mismo calor que 27 a 30 kg de dióxido de carbono en 100 años), su mitigación es considerada estratégica para limitar el calentamiento global en las próximas décadas, principalmente de sectores productivos como el agropecuario por la generación de dióxido de carbono, óxido nitroso y metano.
Este último se produce en ambientes sin oxígeno (anaeróbicos) y es emitido por fuentes naturales y derivadas de la actividad humana (antropogénicas), como la ganadería y agricultura, la extracción de combustibles fósiles, y residuos domésticos, entre otros.
En el caso ganadero, el metano se produce desde la cadena de manejo del estiércol. Sin embargo, su principal fuente de producción viene a partir de la fermentación de los alimentos en el rumen (pre-estómago) de los bovinos, ovinos, caprinos, búfalos y otras especies de rumiantes. Este hidrocarburo no tiene valor nutricional para los animales, ya que la energía que contiene se pierde cuando el metano se libera a la atmósfera por eructación y respiración, implicando una pérdida energética para el animal.
Según el especialista del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), Emilio Ungerfeld, “se estima que un tercio de las emisiones de metano de origen antropogénico corresponden a metano entérico, es decir, de los animales utilizados en la actividad ganadera. Por ello existe mucho interés a nivel mundial en investigar estrategias para controlar la formación de metano en el rumen”.
Una de las formas de medir las emisiones de metano en ganadería, es calculando las emisiones totales por animal, que equivale al total de metano liberado por el animal a la atmósfera durante un periodo definido. Otra métrica es a través de la cantidad de metano emitido por cada kilo de carne o leche producida. Es muy importante considerar que las estrategias que pueden disminuir las emisiones de metano según una métrica, pueden no ser efectivas para otras métricas e, inclusive, aumentarlas.
Este es un tema complejo de abordar por el sector productivo y la investigación, ya que “una estrategia de mitigación de metano entérico debe ser efectiva y persistente en el tiempo; no debe afectar negativamente la productividad, el bienestar y la salud animal; no debe dejar residuos potencialmente tóxicos en productos animales o en el ambiente; las disminuciones en emisiones de metano entérico no deben ser compensadas por aumentos en la emisión de otros gases de efecto invernadero; debe ser aprobada por agencias de gobierno de ser necesario; debe ser aceptada por los consumidores; ser económicamente atractivas para los productores; y ser aplicable desde el punto de vista práctico al sistema productivo en cuestión”, detalló Camila Muñoz, investigadora del Centro Regional INIA Remehue.
Ambos especialistas son parte del equipo de investigadores de INIA que estudia alternativas de mitigación de gases de efecto invernadero en la ganadería, que se concentra en el sur del país. Algunas de las estrategias de control que evalúan están vinculadas a modificaciones en la dieta del ganado lechero, por ejemplo, suplementando dietas pastoriles con distintas cantidades de concentrados, o modificando el manejo de pastoreo para determinar las variaciones en la fermentación del animal y la huella de metano por kilo de carne o leche producida.
También consideran la utilización de algas en la alimentación, ya que algunas contienen compuestos como florotaninos y aceites que pueden inhibir en forma moderada la formación de metano. El investigador INIA y que lidera este proyecto, Ignacio Beltrán, indicó que “el alga roja Asparagopsis disminuye fuertemente las emisiones de metano cuando se incluye como aditivo en pequeñas cantidades en dietas de rumiantes. También existen algas pardas de origen nacional que, debido a su contenido de florotaninos, tienen el potencial de reducir las emisiones de metano entérico. Sin embargo, es necesario investigar y entender en su totalidad las posibles implicancias toxicológicas y ambientales de la inclusión de algas conteniendo bromoformo y florotaninos en dietas animales, y de otros elementos presentes en las algas, como el iodo en exceso, el arsénico y cadmio”.
“Ahora empezaremos un proyecto FONDEF en economía circular, donde usaremos orujo de uva como estrategia de mitigación de las emisiones de metano entérico”, detalló el investigador.
Otras líneas de investigación han trabajado en el descubrimiento y desarrollo de aditivos químicos que son inhibidores potentes de la metanogénesis. Recientemente el aditivo 3-nitrooxipropanol (nombre comercial Bovaer, de DSM Nutritional Products) fue registrado como aditivo antimetanogénico en Chile y varios otros países.
Acerca de INIA
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo, innovación y transferencia agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta iniciativas que contribuyen a la transformación sostenible de la agricultura nacional, creando soluciones innovadoras y productos con valor agregado que responden a los desafíos agroalimentario del país y el mundo.
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